GAUCHA STUDIO

Ni porque sea domadoranata de potros, jineta reina de las crines, ni polista de Palermo. 

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Papá me decía gaucha. 

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A Cata, princesa... Pero yo, cuando no era bruja, era su gaucha. Con dos trencitas, con el amor por el sol y la tierra, con el corazón en la Argentina. 

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Saco muchas cosas de mi papá. Entre la mirada fulminante y el carácter, tengo la facilidad de identificar mis pasiones y sentir que el tiempo deja de existir cuando las practico.

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Las pasiones alegran el alma.

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Papá me enseñó que a las pasiones se las acompaña con trabajo duro. Y que si hay proyectos que no se persiguen, tarde o temprano nos pasan factura. 

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Ojalá que cuando pierda la fe en mí (y más probable aún, la paciencia), pueda verme desde sus ojos. 

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Y seguir apostando por esas cosas que hacen cosquillas al alma.